Psicólogos en Oviedo.
El cuidado de nuestra salud es algo de vital importancia hoy en día en nuestra sociedad. Resulta obvio que, no hay que descuidar su vigilancia, pero no hay que preocuparse de manera extrema llegando a obsesionarnos. Esto puede acarrear problemas en nuestra vida familiar, social y laboral.
Como psicólogos en Oviedo, definimos la hipocondría como el miedo y preocupación desproporcionado e irracional de sufrir algún tipo de enfermedad grave, con la consiguiente obsesión y seguridad de que realmente es así.
El cuerpo de las personas que sufren este trastorno, está en constante alerta ante cualquier señal de su cuerpo que pueda hacerle sospechar de una enfermedad. Este tipo de sensaciones como mareos, tensión muscular, dolores… están provocados al mismo tiempo por la propia ansiedad que nos genera su focalización en ellas. Ante la seguridad de la enfermedad, el paciente adopta el papel de enfermo paralizando por completo su vida.
Aunque este trastorno se clasifica de manera independiente a la ansiedad y a la depresión, en la mayoría de los casos aparece junto. El ánimo negativo vuelve más catastrofistas nuestras expectativas de padecer cualquier enfermedad, y por norma general, la persona deja de realizar actividades que le hacen sentir bien debido a la preocupación interna por su salud, pudiendo llegar a desarrollar una depresión.
La hipocondría, puede surgir de la nada. Pero su aparición es más habitual sobre todo en personas negativas y pesimistas. En algunos casos, el desencadenante puede haber sido el padecimiento enfermedades aunque no tienen por qué haber sido graves.
Hay dos tipos de pacientes hipocondríacos. Están los que todos conocemos, se pasan la vida de consulta en consulta solicitando pruebas y análisis, y los que se sitúan en el otro extremo. Éstos prefieren vivir con la preocupación y el miedo antes de acudir al médico, puesto que el pánico a que sus sospechas sean ciertas les paraliza.
A continuación, dividiremos en tres formas de respuesta los componentes esenciales de este trastorno:
Cognitivos:
- Observación excesiva de las funciones del cuerpo.
- Prestar más atención a las posibles consecuencias negativas.
- Preocupación por padecer diferentes enfermedades y preocupación por el estado de salud.
- Pensamientos obsesivos sobre enfermedades y sus consecuencias.
Emocional-Fisiológicos:
- Cambios en el estado de ánimo.
- Ansiedad.
- Temores.
Conductuales:
- Aumento de las visitas al médico.
- Disminución de actividades de responsabilidad social o laboral.
- Autoobservaciones de diferentes partes del cuerpo para comprobaciones.
- Búsqueda de información sobre enfermedades.
- Hablar de las dolencias.
Una vez comprobado que hay un buen estado de salud, los medicamentos no son efectivos. Como expertos psicólogos, sabemos que el tratamiento psicológico es lo que más ha demostrado su eficacia ante este trastorno, y lo primero que hacemos para ayudar al paciente, es aportar información acerca de sus causas, síntomas… Cuando el paciente se identifica con el trastorno, se siente comprendido y al mismo tiempo aliviado. Lo siguiente, es hacer cambios conductuales dejando de focalizar la atención sobre el cuerpo, realizando conductas saludables y placenteras. No hay que dejar que se instalen pensamientos negativos, cambiando de actividad y concentrándonos en alguna tarea. Se deben de evitar las conversaciones, programas, etc sobre enfermedades y sobre todo nunca consultar algo por internet.
Además de todo esto, y junto con la terapia, la utilización de técnicas para controlar la ansiedad como la relajación, respiración diafragmática o las distracciones, ayudan a que nuestros pacientes salgan de la consulta con pensamientos más positivos.