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aprender a perdonar

APRENDER A PERDONAR ¿ES POSIBLE?

¿Se puede aprender a perdonar?

Cuando alguien es causa de sufrimiento para otro el daño infligido en ocasiones actúa como una quemadura. Va penetrando poco a poco y  genera sentimientos en la persona que lo padece que van más allá del mero dolor físico o psíquico. Dependiendo de la gravedad de ese daño u ofensa, el resentimiento aflora como un eco involuntario del mal experimentado. Es una emoción que surge de las entrañas mismas de la persona, como la sangre de una herida, y es muy difícil refrenarla en un primer momento. Pero aprender a perdonar es posible. Diariamente hay personas que son fuente de dolor y sufrimiento para otras, a veces involuntariamente, a veces deliberadamente. Por crueldad, inadvertencia o desconsideración, da lo mismo. Otras veces, la hipersensibilidad o susceptibilidad de ciertas personas contibuye a engrandecer un suceso que es percibido como ofensivo cuando objetivamente no debería serlo. De todo hay.

Cómo desprenderse de las emociones tóxicas

Las emociones negativas como el rencor, el odio o el deseo de venganza son perniciosas y autodestructivas para quien las padece. No sólo no aportan nada positivo sino que generan una espiral de autojustificación y fomentan lo peor de nosotros mismos. Impiden, además, un desarrollo personal en paz y armonía con uno mismo y contribuyen a generar bucles de pensamiento y a estancarnos con la vista puesta en el pasado, en lugar de en el porvenir.

Cuando alguien nos causa daño, nos quejamos, nos rebelamos y la ira se erige en un recurso con el que dar salida a las emociones provocadas por el dolor. Un asidero para no hundirnos y un baluarte defensivo, desde el que contraatacar. Si proyectamos hacia afuera el dolor recibido, quizá podamos librarnos de él, o eso podemos llegar a pensar. Pero sucede al contrario, la rabia nos quita la paz y nos impide vivir al margen del dolor sufrido. Nos ata a él. Y debemos romper esa atadura deliberadamente, porque desamos hacerlo. Tomar conciencia del mal que pretendemos proyectar a partir del que hemos recibido, y decidir dejarlo atrás.

Quien bien te quiere…a veces no te quiere tanto

Desde el punto de vista profesional, como psicólogos en Oviedo tratamos muchos casos en los que la traición o la decepción, como el reproche y el perdón tienen mucho que ver con situaciones enquistadas que impiden ser felices a las personas. Si el daño se encallece y las heridas no cicatrizan debidamente pueden hacernos inválidos emocionales de por vida. Porque las grandes dificultades para perdonar el mal recibido surgen cuando este procede  – o se percibe como procedente – de las personas más próximas: pareja, familia, amigos…Ahí se plantean los mayores desafíos a nuestra capacidad de perdonar…y de amar.

Tres consejos para aprender a perdonar

Sí es posible aprender a ejercer el perdón. Porque aprendiendo a perdonar nos estamos proporcionando una medicina para la mente. Un bálsamo reparador que alivia nuestro sufrimiento emocional. Descubriendo las facultades curativas del perdón nos encontraremos ante una placentera sensación de bienestar o de calma tras la tempestad. Más allá de su significado moral o religioso, el perdón es un beneficio muchas veces más efectivo para el emisor que para el destinatario.

Porque desde el punto de vista psicológico el perdón tiene que ver más con la superación de las malas experiencias que con el arrepentimiento o la culpa de aquellos a los que consideramos responsables. Y podemos brindar nuestro perdón de manera generosa y altruista, sin supeditarlo a unas disculpas o a un propósito de enmienda por parte de quien nos ha causado dolor. He aquí tres consejos para aprender a perdonar de manera sincera y efectiva.

1. Perdonar significa creer en la capacidad de cambiar de los demás y de asumir sus limitaciones como hacemos con las nuestras.

Porque perdonar es un acto de fe positiva. Y supone creer en la capacidad de transformarse por parte de quien nos ha ofendido o causado dolor . De cambiar para bien, si nos ha ofendido deliberadamente. O de apercibirse del daño causado por su conducta si lo ha hecho involuntariamente. E incluso de la creencia en que aunque no sea capaz de arrepentirse lo será en un futuro.  Y que si no puede hacerlo, es porque sus condicionamientos mentales se lo impiden.

2.  Perdonar implica reconocer en el otro nuestra propia vulnerabilidad.

Porque perdonar es un acto de empatía total. Ponernos en el lugar del que percibimos como agresor, ofensor o traidor a nuestro cariño ayuda a comprender el por qué de muchas cosas. No a justificar la ofensa o la traición, pero sí a entender por qué ha llegado a suceder. Proyectando ira o resentimiento hacia los demás no hacemos sino vivirnos a nosotros mismos como agresores. Como aquello que precisamente rechazamos y señalamos como deslealtad o falta de consideración.

3. Perdonar debe ser algo incondicional, sin esperar nada a cambio

Como el perdón es liberador no podemos sujetarlo a condiciones, atarlo o subyugarlo a premisas que nos permitan retenerlo o administrarlo. Hay que dejarlo salir. Sin esperar, como decíamos, un reconocimiento de culpa expreso o, ni siquiera, un arrepentimiento sincero por parte del otro. Perdonar nos compete a nosotros como ofendidos, perdonarse a sí mismo le corresponde al otro, en su caso.

En definitiva si percibes que no dejas de revivir una situación injusta, una ofensa grave, o una deslealtad por parte de aquellos en quienes confiabas o a quienes amabas piensa en darle solución. Cuando estos pensamientos se vuelven recurrentes o te impiden avanzar como persona, es mejor que acudas a un psicólogo. La ayuda profesional te descubrirá la mejor manera de vivir de cara hacia el futuro y en plenitud.

Contacta con Vivat Psicólgos en Oviedo y haremos todo lo posible para cambiar aquello que deseas cambiar y dejar atrás aquello que te lastra o te impide avanzar.