LOS MIEDOS EN LA INFANCIA Y PREADOLESCENCIA
Es un hecho evidente que nacemos como seres completamente dependientes e incapaces de realizar por nuestra cuenta las actividades mínimas indispensables para la supervivencia. Y mucho menos de afrontar de un entorno hostil o de peligros físicos. Desde el punto de vista psicológico, esa fase de dependencia puede tener una gran influencia en nuestro desarrollo personal y emocional. Los miedos infantiles hunden sus raices en los primeros momentos de vida y ese despertar a la misma.
El miedo en los niños es una emoción natural. Y sana, la mayoría de las veces. Pues responden a una carga genética configurada durante milenios. Una herencia basada en respuestas evolutivas y adaptativas al medio, con un solo fin. Preservar al individuo y, por ende, a la especie. Algo que psicológicamente nos define a todos. Es normal que los niños sientan un miedo a la oscuridad atávico. Y a todo tipo de situaciones, rasgos o hechos que son percibidas como amenazantes. Especialmente todo aquello que interpretan como anómalo y que no les resulta fácil identificar.
Como psicólogos en Oviedo, por ejemplo, al acercarnos a problemáticas diversas como pueden ser los terrores nocturnos, constatamos fuentes de esos miedos irracionales en la infancia de lo más variopinto. Así, hay niños que padecen un miedo atroz a la figura iluminada del Sagrado Corazón que se erige en lo alto del monte Naranco. Un emblema de la ciudad de Oviedo que, desde la impresionable mente de un niño, puede percibirse por la noche como una figura fantasmagórica suspendida sobre la ciudad.
La comprensión y las explicaciones racionales de los adultos suelen mitigar esos miedos. Pero no siempre. En su descubrimiento del mundo y en la racionalización de sus emociones, el niño se enfrenta muchas veces con lo desconocido. Una visita al dentista, un apagón en casa, una discusión de sus padres pueden generar respuestas estresantes y grabarse a fuego en el subconsciente del infante.
El miedo en los bebés
Las primeras emociones que pueden describirse como manifestaciones de miedo se revelan muy pronto. A partir de los 6 meses los bebés ya reaccionan ante ruidos súbitos y sonidos desconocidos desagradables. Esto no quiere decir que no sientan otro tipo de miedos. El miedo a los desconocidos, a aquellos rostros que no nos resultan familiares suele manifestarse muy poco después. Es una respuesta psicológica natural, que nace de una desconfianza preventiva que, con el tiempo se ve sustituida por la vergüenza, la curiosidad o la mera indiferencia.
El miedo en los niños pequeños
En los niños de uno a dos años suele persistir ese miedo a las personas desconocidas. En ocasione puede verse intensificada en caso de alguna interacción que haya generado algún tipo de susto o sensación desagradable para el niño. En esas edades el miedo a separarse de sus padres o cuidadores empieza a manifestarse. Es la principal amenaza que perciben para su seguridad y subsistencia. Es un miedo natural. Y dentro de los psicólogos existen diversas corrientes sobre cómo abordarlo. Principalmente en lo que se refiere a las diversas teorías psicológicas sobre la crianza y la importancia del apego a los padres. Pero de eso hablaremos otro día.
Los miedos infantiles de los 2 a los 6 años
En esta etapa los niños incrementan sus interacciones con el medio y su capacidad de percepción. Es entonces cuando los miedos al entorno hacen su aparición. Son los miedos a las tormentas o a los animales, por ejemplo. Por otra parte, la imaginación se potencia con la capacidad de verbalización y de comprensión del lenguaje. Por no hablar de su relación con las pantallas, cada vez más precoz.
Ahí empiezan a surgir los miedos a los monstruos o a amenazas irreales. Son producto de su imaginación, azuzada por un cúmulo de estímulos audiovisuales aún difíciles de procesar racionalmente. Desde el punto de vista de un psicólogo infantil hablamos de una etapa de inmadurez en el desarrollo cognitivo. Distinguir lo que es real de lo que no lo es, resulta aún difícil. El miedo a monstruos o seres de fantasía se suele conjugar con el miedo a la oscuridad, que siempre ha estado ahí. Es un atavismo del que es difícil desprendernos incluso de adultos.
Miedos de la infancia media entre 6 y 11 años
El desarrollo cognitivo y emocional de los niños atraviesa una etapa crucial en este período. Su capacidad de raciocinio y de interpretar la realidad se agudiza. Pero los miedos no desaparecen. Simplemente se hacen más concretos. El miedo a los monstruos puede ser sustituido por fuentes de temor más realistas. Como el miedo a los secuestradores, a un asesino en serie, o a sufrir un incendio en casa. Pero también pueden persistir algunos miedos anteriores, por mucho que se intenten racionalizar. También el miedo a personas puede concretarse en esa edad. Miedo a ser reñido en clase. Miedo a hablar en público. Miedo a la desaprobación de sus compañeros. O directamente al acoso escolar, en caso de padecerlo.
Preadolescencia y miedo
A partir de ahí, en la pre-adolescencia, los miedos cambian. Y la psicología del niño también. Su relación con el mundo de los adultos sufre grandes cambios. A veces, un verdadero terremoto. Las figuras de autoridad pueden tambalearse a sus ojos. Y la apertura al mundo de los adultos genera nuevas incertidumbres e inseguridades. Desde el punto de vista psicológico es una etapa muy interesante. El instinto gregario del adolescente comienza a implantarse. Y las referencias infantiles se empiezan a cuestionar. Esto genera incertidumbre y nuevos miedos. Miedos que pueden dejar su impronta en la configuración de nuestra personalidad adulta. Miedo al fracaso, miedo al compromiso, miedo a no sentirse aceptado. Son temores que pueden surgir en esa época y acompañarnos hasta la edad adulta, si no aprendemos a racionalizarlos.
¿Vivir con miedo? Tu psicólogo puede ayudarte a superar las fobias
Por otra parte, todos estos miedos infantiles no deben ser infravalorados o desdeñados. Si no se gestionan debidamente o, si tienen su origen en un suceso particularmente traumático, pueden convertirse en fobias. La pregunta es ¿cuándo llevar a un niño al psicólogo por sus temores infantiles? Lo normal es que muchos miedos infantiles se vayan racionalizando y desaparezcan con la edad. Sin embargo, cuando estos son persistentes y generan una particular desazón puede ser preciso tratarlos. Y es aquí donde los psicólogos intervenimos. Ayudando a los niños a superar sus miedos cuando estos son particularmente profundos o incapacitantes. En Vivat Psicólogos en Oviedo estamos preparados. Si quieres ayudar a un niño a superar esos miedos, contacta.