Es inevitable acudir a los tópicos en época navideña: fechas entrañables, el calor del hogar, los propósitos para el año nuevo…etc. Siendo como es una festividad verdaderamente emotiva y apreciada por muchos de nosotros, no es menos cierto que en Navidad, hay personas que lo pasan muy mal. O no tan bien como la mayoría. Como psicólogos en Oviedo, hablar de depresión navideña, como del síndrome post-vacacional, puede no ser más que una mera etiqueta, pero hay razones suficientes, para no desdeñar la incidencia que ciertos eventos cíclicos tienen en el ánimo de las personas, siquiera sea al contribuir a la formación de lo que podríamos llamar pensamientos negativos por contraste:
1.- La exaltación familiar: En una época en la que se produce una exaltación tradicional de la institución familiar, aquellas personas que viven en un entorno familiar aquejado de disfunciones importantes, que pertenecen a familias desestructuradas, o simplemente no tienen familia, pueden verse severamente afectadas por sentimientos depresivos, como reacción a dicha exaltación.
2. – La falta de ocupación: Como otra expresión de lo anterior, la costumbre de las cenas de empresa y reuniones con compañeros de trabajo, que se convierten en una oportunidad única de subvertir el orden y la disciplina laboral imperantes durante el año, no sólo carecen de sentido para todos aquellos que no tienen trabajo, sino que operan como una especie de «bofetada en la cara» para recordarles lo penoso o incómodo de su situación.
3.- La escasez de horas de luz: Apenas superado el solsticio de invierno y la tradicional festividad de Santa Lucía, a partir de la cual, según el refranero «mengua la noche y crece el día«, el menguado número de horas de luz tiene una incidencia demostrada a la hora de inhibir ciertos procesos hormonales que influyen en nuestro bienestar emocional. Y eso es algo que ni una iluminación navideña como la que ostenta Oviedo en estos días, no puede contrarrestar fácilmente.
4. – La añoranza de los ausentes: Muy relacionado con el primer punto, las celebraciones familiares suelen ser un momento duro para aquellas personas que aún se hayan atravesando el proceso de duelo por la pérdida de un ser querido. Incluso la mera ausencia, por lejanía o desplazamiento obligado son percibidas con mayor tristeza que en otros momentos.
Desde el punto de vista psicológico, debemos incidir en los aspectos positivos, aprendiendo a convivir con los negativos y no dejándonos llevar por la sensación general de que es obligatorio ser feliz – o aparentar serlo -. Es cierto que en nuestro gabinete psicológico en Oviedo, solemos atender en estas fechas o en las inmediatamente posteriores a más personas aquejadas de decaimiento anímico, pero también lo es que todos tenemos motivos por los que afrontar la vida con un moderado optimismo, por el mero hecho de estar vivos. Por eso os deseamos a todos la mayor felicidad de la que seáis capaces y si es posible, un poco más.