Psicología de la Navidad. Por Vivat, Psicólogos en Oviedo
Todos sabemos que la navidad posiblemente sea la época del año que mayor retos emocionales plantea. Despierta una paleta de sentimientos variados, latentes la mayor parte del año y a la vez, en muchos casos, contradictorios. Psicológicamente es un período que puede desestabilizar a las personas más vulnerables. Y afecta especialmente a quienes sufren problemas como la depresión o determinado tipo de fobias o problemas de adicciones o alimentarios.
Las reuniones sociales y familiares en esta época del año se multiplican y nos pueden llevar desde a reencontrarnos con seres queridos como a cometer excesos. Algo que puede afectar también a nuestro equilibrio emocional. , ya sea comiendo, bebiendo o trasnochando. Otras veces, nos traen al recuerdo de manera especial a personas que ya no están con nosotros, a las que tanto hemos echado de menos el resto de año.
Todas esas potentes emociones ocurren en un periodo de tan solo dos semanas. Aunque a muchas personas se les pueden hacer muy largas, para otros pasan muy deprisa. Una dura prueba psicológica para aquellos particularmente sensibles
Emociones y sentimientos
Desde el punto de vista de la psicología, la incidencia de los sentimientos que suelen aflorar en época navideña es muy variada. Y pueden afectar más o menos tanto en función del tipo de personalidad, como de las circunstancias vitales y emocionales de cada persona. Para aquellos que no disfrutan especialmente en estos tiempos, he aquí algunos pequeños consejos para afrontar la Navidad sin morir en el intento.
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Un aliciente para inyectar emociones positivas en nuestra vida
Es una buena época para quienes gozan de personalidades expandidas. Pero también puede serlo para los más introvertidos. Si una palabra se asocia a la Navidad es la ilusión. El bombardeo publicitario puede desvirtuar su contenido, pero eso no la hace más irreal, tanto en niños como en adultos. Ver una pequeña ciudad como Oviedo iluminada con sus luces navideñas es, de por sí, un aliciente para quienes consiguen ser más perceptivos a los pequeños estímulos que inciden en nuestro ánimo. Un paseo relajado, esquivando el estrés de las compras navideñas
El asombro, la curiosidad y la novedad despiertan en la psique de los niños ante el despliegue de estímulos a que se ven sometidos durante las fiestas. Algo que pueden aprovechar los adultos y contagiarse de ese mismo espíritu. Aunque en ocasiones no resulte fácil. Porque el contraste y la emulación también puede jugar a nuestro favor si enfocamos nuestros sentimientos hacia objetivos de crecimiento o sanación. Si todos parecen felices quizás yo también pueda serlo. Esa podría ser una forma de verlo en muchos casos.
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Calentando el motor de nuestro equilibrio
Es esta una época en la que el amor es invocado casi permanentemente. O debería. En definitiva, las fiestas navideñas favorecen, el cultivo, el despertar o el revivir de los afectos. El soporte afectivo funciona como el esqueleto es el soporte físico de nuestra cuerpo. Sin él, la vida se hace dura y difícil de ser vivida. Pero no en la demanda de afecto si no en su ofrecimiento y proyección en lo que los psicólogos solemos hacer más hincapié en estas fechas. Sus efectos curativos son radicales.
Las ocasiones de socializar con personas ajenas a nuestro círculo y de recibir mayores dosis de afecto inciden positivamente sobre las personas. También s sobre aquellos que padecen trastornos psicológicos que tienden a aislarlos más durante el resto del año. Su reverso, por contraste, puede ser, una conciencia más evidente del propio aislamiento o de las carencias afectivas de cada uno. Por no hablar de los casos de duelos por ausencias o pérdida de personas queridas.
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La sombra de la tristeza no debería ser tan alargada
Esa sensación de transitoriedad, puede despertar sentimientos de tristeza o abatimiento por la conciencia de la fugacidad de la vida y el paso del tiempo en los más mayores. La celebración del cambio de año puede tener su lado triste. Nos recuerda que nadie es eternamente joven o que nuestra vida se aproxima un poco más al final, dependiendo de la edad de cada uno. Un año acaba y otro empieza. Son lugares comunes, sí, pero por eso funcionan como ideas-fuerza de gran potencia, capaz de remover nuestro subconsciente.
No son buenos tiempos para quienes padecen de depresión y muchos otros trastornos que precisan tratamiento psicológico especialmente en este tiempo. A ello se aúnan factores externos como el aumento de horas de oscuridad y la dificultad de realizar actividades exteriores. Una forma de rehuir de las evocaciones negativas puede ser centrarse en las positivas. El nuevo año puede traer nuevos retos y sorpresas.
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Disfrutar sabiendo digerir los excesos y gestionar la culpa
Las celebraciones navideñas nos llevan a cometer excesos. Comemos más de lo que necesitamos, bebemos , nos quedamos despiertos hasta tarde y gastamos más dinero del habitual. Personas que sufren trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia suelen verse sometidas a una dura prueba durante estas fiestas. O quienes sufren adicciones tanto al alcohol como otro tipo de sustancias deben reforzar sus mecanismos de control en estas fechas.
Una vez al año no hace daño, dicen. Pero sí puede hacerlo si no sabemos después gestionar los sentimientos de culpa o si los excesos rebasan los límites de lo tolerable por nuestro cuerpo, nuestra mente o nuestro bolsillo. Moderación y templanza podrían ser buenos consejos como punto de partida.
¿Puede la Navidad producir el síndrome posvacacional o posnavideño?
Volver al trabajo, a los estudios o a las tareas rutinaria habiendo encadenado tres puentes consecutivos y disfrutando de unas vacaciones, es difícil para todos.
Sin embargo, volver a la rutina de las vacaciones navideñas es diferente que volver de las vacaciones de verano. Normalmente después de la gran carga emocional que acompaña a la Navidad nos crea, en muchos casos, el deseo de volver a la rutina y «relajar» todas las emociones que han surgido en este periodo. Además, coincide con el cambio de año, lo que conlleva la ilusión de hacer borrón y cuenta nueva además de los consabidos nuevos propósitos. Algo que por tópico no deja de ser una buena ocasión para meditar sobre cómo vivimos, cómo nos gustaría vivir y qué estamos dispuestos a hacer para conseguirlo.
Si necesitas ayuda, como psicólogos en Oviedo estaremos encantados de atender todas tus dudas si crees que posees el síndrome postvacacional o postnavideño. Para más información llama al 647 616 404.